Dejándome llevar por lo que leo en los periódicos, siempre
en base a ello, veo que no tengo más
remedio que cambiar de actitud en todo aquello que, en un principio creía, o
mejor dicho, depositaba mi creencia. Todas las decisiones que se tomaban, las
llevaban a cabo gente especialista, profesional y con experiencia.
Antes, si alguien decidía que un trabajo, una dependencia o
cualquier otro lugar público se podía racionalizar de esta o aquella manera, yo
mismo me convencía de que aquello estaba bien, ya que confiaba en que esos
profesionales lo habían creído conveniente después de un estudio, cuando menos
exhaustivo, sobre todo si esas decisiones repercutían directamente en el
ciudadano.
Pero ya no es así.
Cuando leo que los marcos de las puertas de las habitaciones
del nuevo hospital se han construido más pequeños que las dimensiones de las
camas. Cuando dicen que el Consell ha vuelto a perder otra partida (no sé
cuántas partidas llevan ya) que tenían y estaban previstas de recibir del
Govern. Cuando por desgracia nuestra Isla que está marcada siempre con el
tráfico de drogas, y hoy dicen que tan sólo quedarán dos componentes del cuerpo
especial contra la droga de la Guardia Civil. Cuando veo que los excelsísimos
diputados en Cortes no han llegado a tiempo de presentar las enmiendas a los
presupuestos generales por haber sido presentadas éstas fuera de plazo.
Decía que cuando leo todo esto, me pasa como a cualquier
hijo de vecino. No lo entiendo. Sencillamente no lo entiendo. Y claro, empiezo
a no creer en que esos profesionales, esos especialistas, son la más
extraordinaria representación de la mediocridad en toda su extensión.
Y si me lo permiten quiero ser hasta más pesimista si cabe.
Me empiezan a dar miedo.
¿A usted no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario